Zaida González

(Santiago de Chile, 1977) Es una de las autoras más destacadas en el panorama latinoamericano contemporáneo. Realiza estudios formales de Fotografía Publicitaria en la Escuela de Fotografía Alpes, primero, y de Veterinaria, en la Universidad de las Américas. Es una de las fundadoras del colectivo Macrodosis. Ha recibido apoyo de Fondart en varias ocasiones. Galardonada con el premio Rodrigo Rojas de Neri (2012), ha participado en numerosas exposiciones, individuales y colectivas, en América y Europa. Recibe el premio “Mejor Artista Joven Extranjera” en la 13 versión de la Feria de Arte Contemporáneo ArtVilnius de Lituania. Es autora de tres libros: “Las novias de Antonio” (Ediciones La Visita, 2009), “Recuérdame al morir con mi último latido” (Ed. El Gato de la Acequia, 2010) y “Zaida González de Guarda (Ed. El Gato de la Acequia, 2013), este último de gran formato y de carácter antológico. Poseedora de un lenguaje absolutamente propio, la obra de Zaida González está construida a partir de un rico imaginario, deudor de sus obsesiones e interesas más íntimos y de la visualidad popular latinoamericana, en general, y de la chilena, en particular. Su estética, fácil de reconocer, escoge una trastienda compleja de citas y un fondo de crítica social y política que aparece a menudo de forma descarnada bajo una ironía o unas formas evocadoras de un universo aparentemente infantil. En su obra se funden tipos sociológicos, seres adoptados, personajes mitológicos, referencias religiosas y literarias, animales domésticos, entre otros, que comparten entre ellos una candidez paradójica. Participan todos ellos en una ritualidad fotográfica que dirige la autora. Estos habitantes pululan por unos mundos construidos donde comparten espacio y jerarquía con objetos exquisitamente escogidos, cargados de simbolismo y que sitúan a los protagonistas en un entorno ideal muy definido. Dueña de una gama de colores propios, que logra en sus primeras imágenes aplicando técnicas manuales sobre soportes analógicos, su obra debe entenderse, muy a menudo, también desde la tridimensionalidad en la que se enmarca la imagen, donde los objetos que la muestran pasan a formar parte de ella.