EL FUTURO ES UN CRIMINAL



Lauro López Sánchez

En la película de Ciencia Ficción, Crimes of the Future del director David Cronenberg no importa más si el futuro es cercano o lejano, su nueva cinta no sucede en el futuro, tampoco es una historia sobre predicciones; más bien, es una aproximación contemporánea a la idea misma del futuro, que el propio director establece puntualmente. La cinta es una doble operación conceptual ya que por un lado es una reflexión personal sobre lo que el director ha entendido por futuro gracias a su trabajo fílmico; por el otro, es la resolución sintética vertida en definiciones expresadas a lo largo del film, una de ellas sumamente inquietante: la cirugía plástica es el nuevo sexo. Es así que el film es una teoría singular del futuro, así como su praxis, porque es el lugar donde se reúnen la serie de cuerpos abominables de todos sus films y donde ellos se expresan.

¿Para Cronenberg qué quiere decir este futuro? Desde su primera etapa, que abarca sus films Rabid de 1977 hasta Videodrome de 1983, Cronenberg fue estableciendo regiones donde los comportamientos de la psique humana, atravesada por la modernidad, se corporiza, se encarna hacia un agenciamiento plástico aberrante que se consolida gracias a los entrecruzamientos vertiginosos entre el deseo exacerbado por la sociedad capitalista y el inconsciente. “We live in overstimulated times.” dirá Brand, el personaje principal en Videodrome. Lo que advierte Cronenberg es el comportamiento de esta estrecha relación o retroalimentación entre el deseo y el cuerpo, es como un sistema que produce grietas y traumas psíquicos que van configurando el futuro, futuro que traza un cuerpo, hace un cuerpo. En David Cronenberg el deseo es el futuro: cuerpo que no termina de modificarse, permanece en una realización interminable; futuro que se vierte en cuerpo y que no termina por agotar sus posibilidades de conexión para modificarse, alternarse: el futuro es un criminal que modifica la anatomía y la biología.

Crimes of the Future de Cronenberg es un film anticlimático porque la narrativa parece ser subsumida por las acciones performáticas del personaje principal, el artista Saul Tenser, interpretado por Vigo Mortensen. En cuanto más avanza el film, éste acaba siendo consumido por las imágenes del cuerpo de Tenser, que es intervenido quirúrgicamente por una especie de robot biomecánico que le remueve extraños órganos que crecen bajo un misterioso proceso artificial al interior del cuerpo. La cirugía será el acto artístico, que exige una sociedad que ya ha erradicado el dolor físico, ahora se entusiasma bajo el erotismo del bisturí y sus posibilidades de cortes e intervenciones quirúrgicas ilimitadas y el film a su vez, es el relato-cuerpo que será sometido una y otra vez a cirugías, es la presentación de un mismo acto que se repite, afirmando el lugar de lo indecible.

Podríamos considerar este último film como un regreso a la corporeidad monstruosa de sus primeras películas, pero más bien Crimes of the Future es una carta de despedida o acta testamentaria, la pregunta es ¿para quién? Podemos decir que el destinatario es el propio cine del director. Cronenberg, erige dentro de la ficción su autorretrato o alter ego como el artista performático Saul Tenser. El director es el artista cuyas películas son los órganos por exhibir en cada exposición. Cada película es un órgano distinto que ha crecido al interior de Cronenberg, cada film es un acto y cada film es un encarnamiento de su pensamiento. Crimes of the Future es la carta donde el director se confiesa como un criminal del futuro, un cirujano para una nueva anatomía: el futuro es un cuerpo por venir, no hay futuro sin cuerpo. Cronenberg se confiesa como un hiper materialista ateo; no hay un orden establecido, todo está por hacerse bajo una potencia donde lo vital encara su monstruosidad, su anómalo-tomía. Esta no es diseñada tampoco por el hombre, es potencia que antecede y excede al hombre, es la propia materia desplegándose, alternándose, invocando nuevas materias, mecanismos y procesos. Cronenberg concibe la evolución humana como un motor de colisiones entre el desarrollo del maquinismo (artificialidad) como extensión de la psique humana y la naturaleza.

Un antecedente de Crimes of the Future para entender a Cronenberg como anómalo-tomista es la exhibición de Evolution que reúne todos los objetos-órganos ordenados por cada una de sus películas, delicadamente expuestos, podemos descubrir que las esculturas van descifrando la misteriosa materia que compone toda la obra de Cronenberg; el cirujano nos muestra a detalle que cada uno de estos órganos son pequeñas máquinas para una función desconocida, como si un abismo se interpusiera entre esos objetos y su razón ontológica. Ante las vitrinas vemos que ese horizonte abismal se comunica en todos los objetos y las imágenes de su filmografía; Pronto detectamos que Cronenberg nos insinúa aquí su concepto sobre el futuro y la evolución humana junto con este catálogo de objetos-órganos como su muestrario, el cual se afirma como un crimen ontológico por venir; es el futuro que se advierte como un criminal.

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